Maggie Swanson, de 19 años, sufrió un grave accidente mientras corría en España y fue atropellada por un autobús, quedando en coma con una lesión cerebral y otras fracturas. Sus padres, desde Minnesota, recibieron la noticia siete horas después y viajaron de inmediato, sintiendo que el Espíritu Santo los guiaba en cada paso.

Durante el viaje, la familia se dedicó a orar, convencidos de que solo la oración podía marcar la diferencia. “Maggie creía en Jesucristo. Si el Señor no quisiera librarla de la muerte, sabíamos que iría al Cielo”, compartió su madre.
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Al llegar al hospital, encontraron a Maggie en coma inducido, con traumatismo craneoencefálico, fractura pélvica y costillas rotas. Los médicos no aseguraban su supervivencia y las primeras 72 horas fueron críticas. La familia se mantuvo en oración constante al lado de la joven.
Una semana después, Maggie estaba lo bastante estable para someterse a cirugía. Aunque los médicos confirmaron que sobreviviría, no podían predecir si quedaría con secuelas. El padre abrió una página en línea para recibir oraciones y mensajes de ánimo.
Tras tres semanas, Maggie despertó del coma y pudo regresar a Estados Unidos con sus padres. El equipo médico en Minneapolis notó su deterioro cognitivo, pero ella desafió los pronósticos y avanzó en la fisioterapia, logrando caminar nuevamente.
El proceso emocional fue más lento. Maggie confesó sentirse sola y confundida, cuestionando a Dios por las pérdidas sufridas. Sin embargo, se aferró a la Palabra y volvió a confiar en el Señor, logrando retomar sus estudios y volver a correr ese mismo año.
Un año después, Maggie regresó a España como estudiante de intercambio y en 2016 se graduó. “Es increíble lo que Dios hizo en su vida, cómo usa su historia para ayudar a otros a conocer a Jesús”, expresó su padre.
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El testimonio de Maggie muestra que Dios puede transformar los peores momentos en bendiciones extraordinarias. Su familia destaca la importancia de confiar en la Palabra y conocer a Jesús profundamente para hallar fuerza en medio de la tormenta.
La experiencia de Maggie inspira a otros a mantener la fe y creer que el Señor está presente, dispuesto a transformar el mal en bien. “Todas las cosas que me pasaron, Dios quiso que fueran para bien”, concluyó Maggie.
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